Este proceso, según Kolb, Juch, Honey y Mumford, se puede dividir en cuatro etapas básicas: vivir la experiencia, reflexionar sobre lo vivido, generalizar o elaborar hipótesis sobre lo reflexionado y aplicar lo anterior con lo que se cierra el círculo. Cada una de estas etapas se corresponde con un estilo de aprendizaje, de modo que habrá personas de carácter más activo, reflexivo, teórico y pragmático según su preferencia por cada fase citada.
El resultado que he obtenido tras terminar de contestar las 80 preguntas del cuestionario es el siguiente:
La característica más relevante de los resultados es mi baja preferencia por el estilo activo, algo que no me sorprende. La conclusión que se puede extraer, dado que es evidente que las personas aprenderán más eficazmente si se les enseña según su propio estilo preferente de aprendizaje, es que debo tener cuidado con discentes que se impliquen plenamente y sin prejuicios en nuevas experiencias, con discentes de mente abierta, nada escépticos y que acometan con entusiasmo cualquier novedad, con discentes que se involucren en los asuntos de los demás y centren a su alrededor todas las actividades.
Con este tipo de alumnado, deberé esforzarme más si cabe para poder atender sus necesidades y darles una repuesta y un servicio de calidad, dado que constituyen un grupo de riesgo desde el punto de vista de mi forma de enseñar.
Por otra parte, conviene también analizar bien las diferencias entre los otros tres tipos de estilos de aprendizaje, para poder acometer la tarea de ayudar a los discentes a desarrollar aquellos estilos y, en definitiva, aquellas fases del proceso de aprendizaje por experiencias que por defecto tengan menos trabajadas, inconscientemente en la mayoría de los casos, según su personalidad.
Recomiendo la página de José Luis García Cué (http://www.jlgcue.es) para más información sobre estos cuatro estilos y sobre otras taxonomías sobre el funcionamiento cognoscitivo y los estilos de aprendizaje de las personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario